POPURRÍ DE JUEGOS


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Juan J. de la Rosa Sánchez
Profesor Honorario de la Universidad de León
 
"El juego es una acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites…”
(Huizinga, Homo ludens)


    Seybold en su obra Principios didácticos de la educación física. (1976) basándose en la definición del juego de Huizinga señala como características del mismo las siguientes: 1. Ante todo es acción libre. 2. No es la vida ordinaria, propiamente dicha. Todo lo contrario, nos permite salir de ella y abre una esfera distinta. 3.  Su resultado es incierto. Cada participante tiene posibilidades de ganar y sólo mientras el desenlace no sea seguro continúa. 4. El juego crea orden. En el mundo imperfecto, en la vida confusa introduce con ese orden una limitada y transitoria perfección. 5. Se desarrolla dentro de ciertos límites de tiempo y espacio… Comienza y termina, pero puede repetirse. 6. Estimula la sociabilidad, crea comunión de intereses. El grupo de juego tiene tendencia a permanecer juntos después de haber terminado…

    Con el título de cinco juegos que empiezan por “a” y otro por “o” publiqué en este medio un artículo mal titulado, pues no fueron cinco sino cuatro los juegos con “a”, a saber: a la lata. a la silla la reina, a tapar la calle, abrir cerrar y ojito.

    Ahora para rectificar el error y con el título de popurrí de juegos he repetido aquellos he cambiado la imagen de portada, he pasado la ilustración de Brueghel el Viejo al final y he añadido los siguientes: caracol col col, cuando vayas a la carnicería, el cuento de la buena pipa, pin pineja y sin título que se jugaban en Jerez por los años 40-50 del siglo pasado y que traigo aquí con añoranza y además porque no necesitan instalaciones especiales y son muy fáciles de realizar.

    Popurrí para la Academia, en su diccionario de 1927 era una olla, un puchero español, en 1947 dice que era una composición musical formada de fragmentos, en 1950 era además una mesa revuelta, en 1956 vuelve a ser solo composición musical y así sigue siendo hasta el suplemento de 1970 que es además mescolanza de cosas diversas, cajón de sastre le añaden en 1984 y así sigue siendo definido hasta electrónica del Tricentenario que dice además que es sinónimo de mezcla, mescolanza, batiburrillo, revoltijo y potaje.

    He reunido para esta publicación los juegos que más abajo relaciono porque son breves y están muy indicados para los más jóvenes de la casa y aunque es una mezcla, todos ellos tienen en común que son divertimentos de los que he disfrutado en mi niñez y con mis hijos, así que ahí van: a la lata, a la silla la reina, caracol, col, col; cuando vayas a la carnicería, el cuento de la buena pipa, ojito, pin pineja y por último un sin título que si alguien lo recuerda me gustaría que me lo comunicaran.

 A LA LATA

     Juego casi exclusivo de niñas en el que iban cogidas de las manos, formando una fila, y mientras se desplazaban airosamente alternando el pie de adelante, cantaban:

A la lata, al latero,

a la hija del chocolatero,

que viva la lata,

que viva el latero,

que viva la hija del chocolatero.

Que sí, que no,

que en mi casa mando yo.

Jugando a la lata, al latero,

a la hija del chocolatero.


OTRA LETRA

A la lata, al latero,
a la niña del chocolatero.

A la a, a la a,

Mariquita no sabe planchar.

A la e, a la e,

Mariquita no sabe barrer.

A la i, a la i,

Mariquita no sabe escribir.

A la o, a la o,

Mariquita no sabe el reloj.

A la u, a la u,

¡Mariquita eres tú!

 

A LA SILLA LA REINA

 

    Era una especie de premio que se le daba a quien acertaba una adivinanza, resolvía un problema o ganaba un juego. Consistía en transportar entre dos, convenientemente entrelazados sus brazos, a un tercero. El asiento se formaba así: se ponían dos personas de frente, cogiéndose cada una su muñeca izquierda con la mano derecha; y con la izquierda que les había quedado libre se enganchaban a la muñeca derecha del compañero y ya estaba fabricado el asiento. El premiado se montaba en la “silla” y, por seguridad, se sujetaba en los hombros de los transportadores. El paseo se acompañaba de esta retahíla u otra:

 

A la silla la reina

que nunca se peina,

que si se peinaría (peinara)

piojos no criaría (criara).

 

 

A TAPAR LA CALLE

 

    Con los brazos en cruz se agarraban de las manos, formando una fila lo más ancha posible con el fin de, verdaderamente, tapar la calle y de esa forma impedir que nadie pasara, pero además corrían hacia delante para que todo el que estuviese por allí, tuviera que apartarse o agacharse para que pasaran por su lado o por encima y decían al correr:

 

A tapar la calle

que no pase nadie,

"na" más que mi abuela

comiendo ciruelas.

A tapar la calle

que no pase nadie,

villa, villa, villa,

nos “jincamos” de rodillas.

 

Al finalizar la retahíla paraban hincando una rodilla en tierra.


ABRIR, CERRAR

 

    Los participantes alrededor de una mesa colocaban verticalmente sus puños uno encima del otro, alternando los de todos y, mientras abrían y cerraban las manos, cantaban:

 

Abrir, cerrar,

las palmas “colorás”,

el niño quiere teta

¡muá, muá, muá.

 

En el muá, muá... se hacía el gesto de acunar a un niño entre los brazos y era la señal para que se armara una gran algarabía de risas, palmadas, etc.

 CARACOL, COL, COL

     Dos versiones, al menos, existen para este juego y ambas están en desuso, pero la canción aún se oye por algunos patios de colegios. Alonso de Ledesma en su libro Juegos de nochebuena moralizados (1613), trae un romance que titula “El juego de caracol, col, col, / saca tus hijuelos al rayo del sol.”

    Mucho años después del de la cita, en Jerez, se jugaba al “caracol, caracol” o al “caracol, col, col” así: se colocaban los jugadores (tanto niñas como niños) en fila, agarrados de la mano y el primero comenzaba a desplazarse girando alrededor de uno que había quedado de poste y no paraba de darle vueltas hasta conseguir que todos se enrollaran formando un caracol para, a continuación, andando en sentido contrario deshacer la espiral y mientras se enroscaban y desplegaban cantaban:


Caracol, caracol,
(también caracol - col – col)
saca los cuernos al sol
que tu madre y tu padre
ya los sacó.

     Rodríguez Marín en Cantos populares españoles tomo I (1882), recopiló las letras siguientes:


"Carasol, caracol,
saca los cuernos al sol;
que si no, biene (sic) tu agüela
con un palo de jiguera (sic)
y te rompe la cabeza."
 "Caracol, caracol,
saca los cuernos al sol;
que tu padre y tu madre
también los sacó."

    Juan de la Plata en Juegos y canciones infantiles en el Jerez de mediados del siglo XX (2002) trae para el juego del caracol, modalidad de carrera de caracoles, la letra siguiente:


“Caracó, caracó,
saca los cuernos
y ponte al sol.

     En Youtube hay vídeos que, creo, se pueden descargar (ojo a la SGAE), con la letra y la música de esta canción con la que se juega desde 1613, o desde antes, puesto que la primera impresión de la obra Juegos de nochebuena moralizados, al principio citada, está datada en 1605, año en la que también se imprime la primera edición de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra y nace el rey Felipe IV de España. Además en dicho año, según JerezSiempre, ocurrió en Jerez que: el Cabildo Consistorial mandó que las carreras de caballos que se hacían en El Arenal pasaran a desarrollarse en La Alcubilla; la Autoridad competente mandó restaurar el Estandarte Real y se presentaron cargos por malversación de caudales públicos contra D. Fernando de Villavicencio y D. Luís Spínola.

CUANDO VAYAS A LA CARNICERÍA

    Era un juego para niños pequeños (2-3 años), participaban un niño o niña (habrá que cuidar el lenguaje) y un adulto del sexo ¿género? femenino o masculino.

    Desarrollo: Sentados, dándose frente, el adulto sujetaba con una mano el brazo del niño o la niña, cogiéndola (cogiéndolo) por la muñeca y le iba diciendo mientras señalaba distintas partes del brazo, haciendo el gesto de cortar, desde la muñeca hasta el hombro:


“Cuando vayas a la carnicería,
que no te corten por aquí,
ni por aquí,
ni por aquí...”

 y al llegar a la altura del hombro le hacía cosquillas en la axila a la vez que decía:

“sino por aquí, por aquí, por aquí...”.

Normalmente había risas y celebraciones. Ahora bien, si la niña o el niño no tenía cosquillas…

EL CUENTO DE LA BUENA PIPA

 Un narrador y uno o varios niños pequeños:

 - Narrador (N): ¿Quieres que te cuente el cuento de la buena pipa?

 - Pequeño (P): Sí.

- N.: Yo no digo si sí, digo que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa.

 - P: No.

 - N.: Yo no digo si no, digo que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa.

 - P: Bueno.

 - N.: Yo no digo si bueno, digo... y así hasta que...

 Verdaderamente, era desesperante.

OJITO

    En el Jerez de los años 40 ó 50 los niños de entre 2 y 4-5 años hacían un juego en el que ponían, sin saberlo, a prueba su velocidad de movimientos y de reacción y además se divertían mucho. Lo he titulado ojito porque es la palabra que se repite durante todo el juego, pero la verdad es que no sé cómo se denomina. Pueden jugarlo dos personas o más: uno el sujeto agente y el otro u otros el (los) paciente (s). Los pacientes se colocaban a un lado de una mesa con las dos palmas apoyadas y el agente enfrente con su dedo índice cerca de uno de sus ojos.

    El agente, mirando a los otros, decía: ojito, ojito, ojito… y cuando consideraba que uno estaba distraído lanzaba su mano a darle una palmada en la del otro mientras exclamaba ¡Ojito!

    Los pacientes, con ojo avizor, miraban al agente intentando adivinar cuando iba a lanzar su mano o reaccionar antes de que les llegara para retirarla y hacer que el intento fracasase. Si ocurría así volvía a comenzar el juego, pero si golpeaba alguna de las manos, el dueño de ella pasaba a ser el agente.

    Tanto si el ensayo era exitoso, como si no, se celebraba con grandes risas y aspavientos. Era muy divertido. Mis hermanos y yo, unas veces con nuestra madre, otras con nuestro padre y otras solos, lo practicábamos mucho y lo pasábamos muy bien.

 PIN PINEJA

    Se jugaba en Jerez en la década de los 40. Nos sentábamos en corro, con las manos extendidas y las palmas hacia abajo o hacia arriba. También nos podíamos poner todos los jugadores en una fila, menos el director que se colocaba enfrente. Éste iba pellizcando las manos de todos (cada verso una picada en cada una de las manos) y mientras tanto cantábamos: 


Pin pineja,
la mano la coneja,
conejito real:
pide "pa" la sal.
Sal menuda
pide "pa" la cuba,
cuba de barro,
pide "pal" caballo.
Caballo morisco
pide "pal" Obispo,
Obispo de Roma
guarda la corona,
que no te la vea
la gata rabona.

 Al que le coincidía el último picotazo retiraba la mano y la ocultaba. Ganaba o perdía quien antes retirara las dos manos.

 Otra versión: Cuando ya todas las manos estaban ocultas, el que había ido pellizcando preguntaba:

¿Dónde están las manos?

 Los demás contestaban:

Se las llevó el gato.

 Entonces todos los niños sacaban sus manos mientras se reían.

    Otras denominaciones encontradas en la literatura especializada: pez pecigaña, pichi-pichigaina, pimpitigallo, pin pin, pinto repinto, pipirigallo, pipirigaña, pipisigallo, piz pirigaña, pizpirigaña.

 SIN TÍTULO

    Había otro juego infantil del que no recuerdo su nombre en el que se iban colocando sobre una superficie las manos de varios jugadores unas encima de las otras, alternando aquéllas y éstos. Comenzaba el juego cuando el participante que tenía su mano debajo de todas la pasaba encima de la que estaba en la primera posición. A partir de ahí, el que tenía su mano al final procuraba subir al principio cada vez a más velocidad hasta que, por las prisas, se perdía el orden y se armaba un gran alboroto de risas y manos que no se sabían de quiénes eran.

¿Alguien recuerda cómo se llamaba?



Brueghel el Viejo. Juegos de niños

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